diciembre 06, 2008

Las creencias asesinas y abusivas

Casi todas las semanas, en el correo de este blog, recibo los insultos, despropósitos, delirios, ofensas y ataques de miembros y militantes de los más diversos grupos de creencias ciegas. Especialmente activos, delirantes y necios son los defensores de algunas seudomedicinas y los adeptos de los gurús Alejandro Jodorowsky y Chandra Mohan Jain (alias Acharya [maestro] Rajneesh, alias Bhagwan Shree [Señor Bendito] Rajneesh, alias Osho).

Generalmente, estas personas acaban argumentando que todo mundo "es libre" de creer en lo que quiera y, sobre todo, aseguran que las creencias "no hacen ningún daño a nadie".

Mi respuesta a lo primero es que nadie "es libre" para elegir mientras no tenga información completa referente a su decisión. Uno no puede "decidir libremente" creer en nada si no conoce todo el contexto, por ejemplo, en el caso de Jodorowsky, su aterradora coprofilia y la forma en que presume de haber violado a una actriz y, en el caso de Osho, su drogadicción, su pasión por los bienes materiales y su participación en el primer ataque bioterrorista de la era moderna con objeto de violentar unas elecciones buscando poder desnudo. Detallitos así pueden hacer que algunas personas no caigan tan rápidamente rendidos en los brazos (y los esquemas comerciales) de los imperios de los gurús convirtiéndose en adeptos y en clientes de la vasta obra publicada que suelen tener tales tuercebotas.

La respuesta a lo segundo es que las creencias irracionales sí hacen daño y sí son peligrosas; es más, son muy peligrosas.

Hace pocos días, el mundo se enteró un tanto horrorizado de las atrocidades cometidas en algunos países africanos, principalmente en Tanzania, contra los albinos, a los que se caza y asesina para desmembrarlos y usar sus miembros y órganos en "pócimas mágicas" que ayudan según los brujos a que uno no tenga accidentes en las minas tanzanas, encuentre más minerales preciosos y obtenga mejores resultados en la pesca. Magonia resumió el caso.

Inmediatamente después, nos enteramos con horror de que un supuesto obispo pentecostal, Sunday Ulup-Aya, del estado de Akwa Ibom, en Nigeria, había sido detenido después de relatar en un documental británico (emitido el 12 de noviembre en el canal 4 británico) que había matado a 110 "niños brujos". Pero el problema no es solamente el obispo, que como tantos otros "maestros de la fe" ahora trata de salvarse jurando ante las autoridades que "hablaba metafóricamente" y que no había matado a los niños, sólo al brujo que habitaba en los niños, o sea, exorcizándolos efectivamente, cosa que hace por el módico precio de 400.000 niaras nigerianos, o 2.500 euros, por cada brujo infantil "salvado" con una pócima hecha de alcohol, "mercurio africano" y la propia sangre del desalmado sacerdote. Muy probablemente, las autoridades le creerán al religioso y piadoso caballero y al Rolex que lleva en la muñeca y el asunto no pasará a mayores y menos aún pasará a los medios noticiosos de esa Europa que vive de espaldas al Tercer Mundo el 90% del tiempo y de esos Estados Unidos que viven de espaldas a todo el mundo todo el tiempo. En todo caso, el gobierno del estado de Akwa Ibom había detenido para el 6 de diciembre a otros tres pastores pentecostales, e investigaba a 34 iglesias, movido por la indignación pública ante el documental.

El documental puede verse en YouTube, sólo en inglés (sería deseable que alguien lo subtitulara en español): Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4, Parte 5, Parte 6.

Advierto que se trata de un documento de de increíble atrocidad, porque ningún delirio sobrenatural fantástico de algún niñato con delirios ocultistas bien vestidito y sin miedos se acerca a los verdaderos horrores de los que es capaz un creyente aterrado y un manipulador de creyentes sin escrúpulos. Es descarnado y desgarrador, quede usted avisada, lectora, lector.

(Por cierto, lo que confiesa el religioso en la primera parte es "maté a hasta 110 personas que se había identificado que eran brujos", por mucho que clame "metáforas" para salvar su inservible cuello ahora.)

En el caso de Nigeria, el problema es que la creencia en la brujería infantil va creciendo por todo el país, estimulada sobre todo por predicadores pentecostales entre los cuales uno de los más horrendos y crueles es Helen Ukpabio, de la Iglesia Libertad del Evangelio, la más influyente y acaudalada de los predicadores de la zona, que asegura tener la misión de exorcizar brujos y brujas, los cuales, asegura, son cada vez más niños y niñas. Como parte del aterrador resultado, difundido en las más de 150 iglesias donde recaba su fortuna la hiena Ikpabio, muchos hospitales nigerianos se niegan a atender niños acusados de brujos (no forzosamente por creer que son brujos, sino por temor a la reacción de los pacientes y sus familias), y las escuelas no los aceptan. Cuando en un estado como Akwa Ibom, de 4 millones de habitantes, el "obispo" Ulup-Aya afirma que hay 2,3 millones de brujos, la clientela es gigantesca y el miedo resulta proporcional.


Los informes colaterales a la detención de Ulup-Aya hablan de 15 mil niños acusados de brujería en Akwa Ibom, y de la aparición de grupos como la Red de Derechos y Rehabilitación de los Niños (CRARN, por sus siglas en inglés), encabezada Sam Itauma, un incrédulo en la brujería que hoy lucha por mantener a 150 niños rescatados de sus propias familias. Niños tan reales como falsa es la brujería, niños como Jeremiah Victor Usuk, acusado, según informa The Guardian de ser brujo por la profetisa Grace Ben Peter, y de ser responsable de cuantas desgracias le ocurrían a su familia, motivo por el cual el propio padre de Jeremiah le arrojó gasolina y lo incendió. La niña Uma Eke, disminuida para siempre, fue torturada por su familia clavándole un clavo de 3 pulgadas en la parte superior de la cabeza para que confesara ser bruja. Hoy ambos viven en las instalaciones del CRARN. Cientos de niños son asesinados, abandonados, torturados y expulsados de su casa gracias a los predicadores (muy cristianos) que recorren algunos estados nigerianos proclamando que tal o cual niños es brujo o bruja, y cobrando por "redimirlos". Si el precio que cobra Ulup-Aya y su Rolex indican algo, es que, como siempre, la superstición es buen negocio redondo. Y si la familia no tiene para pagar los 2.500 euros del exorcismo, bueno, harán lo que puedan.


Es muy fácil (y algunos autores nigerianos lo han señalado) ver este caso como algo que pasa "allá en África" donde la gente "sigue siendo salvaje" y donde la superstición es vista, en occidente, como parte del paisaje, como algo inherente al "africanismo", cuando es evidente que la ignorancia, la superstición, el miedo y la brutalidad en nombre de la fe han sido y siguen siendo los acompañantes del abuso, la pobreza y la conveniencia de los poderosos. De hecho, señala el diario británico, la creencia en los "niños brujo" no existía hasta fines de la década de 1990 cuando, según narra Sam Itauma: "cuando (Helen) Ukpabio lanzó a los mercados algunos de sus primeros videos caseros, entre ellos El fin de los malvados y La asamblea de brujas". Se puede ver el aterrador, manipulador y filme de "recreación" al estilo cuartomilenario "El fin de los malvados" en YouTube, de la empresa "Liberty Films" (Películas de la Libertad) de la indescriptible Helen Ukpabio.

Así que no estamos ante la "tradicional y milenaria superstición", sino ante el terror inducido mediante la religión y los nuevos medios de comunicación, en una zona donde, se asegura, hay más iglesias por kilómetro cuadrado que en ningún otro lugar del mundo.

Y todas son un buen negocio.

Y todas achacan a la brujería las tragedias de la pobreza, el desempleo y la enfermedad sin sanidad en el 12º país productor de petróleo del mundo, donde la mayoría de la gente, sin embargo, vive con menos de un dólar al día.

En la India, la "milenaria sabiduría" y la "iluminación espiritual" no sirven para impedir el linchamiento de mujeres por brujas, el "sattee" o incineración de la viuda con su difunto esposo y la práctica de matar a las hijas porque "no sirven para nada". Y la creencia en la brujería y en otras barbaridades irracionales, apoyada por los medios de comunicación de neoocultismo, no está disminuyendo. Ha habido casos recientes en México, en Sudáfrica y en Estados Unidos por igual.

La reflexión más importante en este escenario es que todos y cada uno de los argumentos que los creyentes en el ocultismo "de traje y corbata" y de las religiones "tradicionales y aceptadas" se pueden utilizar para defender estas otras creencias, y los actos de sus fieles.

¿Cómo saber si el dios cristiano realmente dice algo? ¿Y cómo saber si lo que dice es que un niño es un brujo al que hay que matar, como lo dice Helen Ukpabio, o ese mismo dios dice en realidad que la eutanasia es maldita y que los homosexuales deben ser criminalizados, como nos dice el Vaticano? ¿Es igualmente "cerrado de mente", como suelen acusar los profesionales de la falsedad como Íker Jiménez o Bruno Cardeñosa, quien no acepta las conspiraciones y los "poltergeist" de los que se culpa a niños y adolescentes, que no aceptar que Jeremiah Victor Usuk debía morir quemado por su "brujería"? ¿Dónde establecemos una demostración de que no eran correctas las creencias que llevaron a la familia de Uma Eke a clavarle un clavo en la parte alta del cráneo y arruinarle la existencia, la posibilidad de ser feliz?

Sólo hay un modo de someter a prueba éstas y otras afimaciones. Cuando José Cabrera afirma con los ojos desorbitados que "puede identificar a un asesino por sus facciones" no está haciendo nada distinto de lo que hace Sunday Ulup-Aya cuando su propia visión le dice que un niño es brujo y debe matarlo. Cuando las demenciales damas que comanda Sol Blanco-Soler en el "Grupo Hepta", que aquì presenta libros y sale en los darios hablando de "capacidades extrasensoriales", no son esencialmente distintas del predicador pentecostalista que dice que "puede" detectar la fuerza de la brujería en una chiquilla inocente de 8 años.

Cuando un gobierno europeo acepta dar pábulo y dinero a prácticas supersticiosas, salvajes y anticientíficas, sean las de una religión o las de la homeopatía, la cromaterapia, la acupuntura o los exorcismos, no es distinto del gobierno nigeriano que se rehúsa a ver las atrocidades que sus propios brujos y locos religiosos cometen contra su población. Y está por debajo de Godswill Akpabio, el gobernador de Akwa Ibom, que así fuera bajo presión, hizo una ley de protección a los niños... que quizá algún día se cumplirá.

Las afirmaciones de los delirantes vendedores de misterios imaginarios en occidente, sean o no sanguinarias, como las de los delincuentes convenencieros en otros lugares del mundo, sólo pueden someterse a prueba mediante el método científico, porque, no importa cuánto hablen de "otras demostraciones" quienes viven del engaño, o que digan que "no todo es ciencia", el hecho es que el método científico es el único que ha demostrado que funciona, es decir, que entiende la realidad y puede controlarla. Nadie vuela levitando después de decenas de miles de años de miserables que cobran por enseñar este arte, pero gracias al ingenio y la experimentación, hoy millones de personas vuelan en aviones. Nadie consigue una prueba medianamente interesante de la telepatía, pero miles de millones de personas se comunican a distancia mediante teléfonos, radio y móviles. Las "videntes" nunca ven nada, pero la ciencia puede ver los virus, y las más lejanas estrellas, con el ingenio humano y el conocimiento acumulado. Los distintos tipos de curanderismo afirman "curar" pero sólo la ciencia aplicada a la medicina ha podido disminuir efectivamente la mortalidad, aumentar la expectativa de vida de los seres humanos y aumentar la calidad de nuestra existaencia con sus acciones, cirugías, aparatos ortopédicos, gafas, aparatos para la audición, inyecciones de insulina, marcapasos y medicamentos varios.

Decir cualquier cosa partiendo de la base de que la capacidad humana de comprensión, estudio, conocimiento e imaginación "no puede llegar a entenderlo nunca" es ser un promotor del mismo pensamiento supersticioso que sigue cobrándose vidas reales, auténticas, de niños que, a diferencia de los niños muertos, mutilados, quemados, fantasmales y mediáticos con los que negocios como el de Cuarto Milenio recorren la geografía del amarillismo en beneficio de sus bolsillos, son niños vivos, niños en peligro, niños que sufren hoy y aquí y que, por ello, de algún modo, es nuestra responsabilidad defender y proteger antes que defender las "creencias" de quienes ven en sus ojos a "brujas" y "brujos".