mayo 30, 2012

Las furias de la superstición: Krahe y Edamaruku

Dos casos de persecución contra herejes, dos situaciones, dos códigos penales, dos estados que en su práctica traicionan los principios sobre los que están fundados. Javier Krahe en España y Sanal Edamaruku en la India.

Javier Krahe en 2010
(Foto de Daniel Lobo [CC-BY-2.0],
vía Wikimedia Commons)
Javier Krahe

Se ha llevado a cabo el esperpéntico juicio emprendido por la organización integrista Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro contra Javier Krahe por el vídeo "Cocinar un Cristo", convencidos al parecer los fundamentalistas de que la carne y la sangre de Cristo sólo se debe comer cruda. O algo así. Del caso comentó algo este blog en mayo de 2010, cuando pocos esperaban que la farsa llegara hasta la vista en el tribunal. Un vídeo de 1978 exhibido como fondo en un reportaje de 2004 acaba en juicio en 2012, en circunstancias tales que los acusadores no se presentaron y la propia fiscalía pidió la absolución.

Lo relevante no es tanto que prescriban los delitos de políticos importantes de la misma ultraderecha a la que pertenecen los talibanes que emprendieron esta querella mientras que a un artista se le persiga durante 34 años. Ni siquiera es relevante que el propio Javier Krahe se haya declarado inocente o que el juez eventualmente decida declararlo culpable o inocente (aunque sí lo será para Krahe, lógicamente). Lo verdaderamente escandaloso es que en el Código Penal de un país moderno, democrático, con instituciones y principios morales y éticos sociales nacidos de la Ilustración como es España perviva un artículo inquisitorial y contrario a la libre expresión, el 525, que en sus dos párrafos establece:

mayo 22, 2012

Total, qué más da (astrología e ignorancia)

Los que no se creen cualquier especulación sin preguntarse si será verdad o no y cómo se podría evaluar si es verdad o no (a los que les llaman escépticos, por cierto), suelen plantearse cosas que el verdadero creyente ni siquiera se atreve a pensar, no vaya a poner en solfa sus creencias, o arriesgarse a que el gurú, brujo, mago, chamán, investigador, millonario de la televisión del embuste o embustero genérico se moleste con él.

El zodíaco y una astróloga en una ilustración del siglo XV
(modernísimo para los estándares de los astrólogos)
(Imagen D.P. vía Wikimedia Commons)
En el caso de la astrología, y siguiendo con el tema que tocábamos ayer sobre cómo los que se creen astrólogos se entrampan solos, se hicieron varios comentarios porque no explicamos muy bien el nivel de tontería de la astrología en relación con lo que sí sabemos acerca del universo.

Lo intento.

Dice el astrólogo: "como es arriba es abajo", que no quiere decir que cuando tiene mal aliento le hiedan los pies, o quizá sí, pero también que la posición de los cuerpos celestes produce efectos concretos sobre el ser humano, su destino, sus asuntos y sus meneos y devaneos. Bueno, no de todos los cuerpos celestes, sólo de algunos, seleccionados a ojo hace miles de años por señores que eran, para su desgracia, muchísimo más ignorantes que nosotros (que como especie seguimos ignorando más de lo que sabemos). Pero los astrólogos se quedan viviendo en el pasado ignorante, creyendo que arriba sólo hay algunas cositas que para remate giran alrededor de nuestro planeta. Total, qué más da.

Si usted ha oído hablar del universo, sabrá que es grande. Que es MUY grande. Que es TREMENDAMENTE GRANDE. Y que está lleno de estrellas.

¿Qué tan grande?

Se cree que unos 93 mil millones de años luz. Cada año luz es la distancia que recorre la luz en el vacío durante un año. Y como recorre algo menos de 300 mil kilómetros en un segundo, nos damos una idea de un tamaño que realmente no cabe en nuestra imaginación, sólo en nuestro conocimiento.

¿Cuántas estrellas hay en ese universo enorme?

mayo 21, 2012

La astrología returns

Como usted sabe, un astrólogo es una especie de brujo medieval que dice que la posición de los planetas afecta lo que nos pasa.

Anuncio de astrólogo de Boston en
1863. Todos los astrólogos
reconocen que hay charlatanes
en su oficio. Pero todos ellos
afirman ser la excepción.
(imagen D.P. vía
Wikimedia Commons)
Como usted debería saber, todos los estudios que se han hecho para tratar de demostrar la veracidad de esta curiosísima afirmación sólo han conseguido demostrar que no tiene ningún efecto en su vida que usted haya nacido en Virgo o con Marte en la cuarta casa o durante una conjunción tal o cual, y esas delirantes supercherías de damas, caballeros y patanes que creen que el universo gira alrededor de la Tierra.

Por supuesto, ni empezaremos a señalar que no existe ni siquiera una propuesta medianamente racional de cuál sería el medio mediante el que se realizaría esa supuesta influencia, qué arte mágica, qué abracadabrante sistema utilizaría un planeta para afectar a alguien simplemente por su posición y no por su masa, digamos. Por ejemplo, si tomamos en consideración una fuerza tan obvia como la gravedad, al momento del parto el médico o la comadrona ejercen mayor atracción gravitacional sobre el recién nacido que la Luna, por no decir las estrellas de la constelación de Capricornio, que sólo parecen estar juntas desde nuestro punto de vista pero están a distancias enormemente variables desde nuestro modesto planeta.

Pero la magia es refractaria a la razón.

Y además, no es necesario explicar los fenómenos astrológicos... porque no existen. Es como tratar de explicar cómo vuelan los pegasos.

Ahora ha resurgido algún astrólogo que se hizo mínimamente conocido hace unos años no por acertar en ninguna de sus predicciones, que no lo ha hecho nunca, sino por padecer una forma de coprolalia, de modo que a la mitad de un diálogo más o menos normal suele prorrumpir en una serie de descalificaciones, palabras soeces, agresiones homofóbicas y ginofóbicas, diatribas de todo tipo y, dicen quienes han asistido a uno de estos tristes ataques, que no me consta, espumeo en la boca, ojos en blanco y convulsiones incontrolables (algo así como una posesión de las que lo exorciza José Antonio Fortea Cucurull si hay periodistas en los alrededores, pero que se trata en realidad de un síntoma neurológico que amerita atención especializada). Los que no comprendían que lo suyo era un desarreglo patológico, lo llamaron cruelmente "boquita de retrete". Ahora se arrepienten y le recomiendan que se atienda antes de que las reformas a la sanidad lo condenen al ostracismo social para siempre.

mayo 13, 2012

Randi con Círculo Escéptico


Este lunes, a las 19:00, James Randi (mago, escéptico, educador y bestia negra de todo tipo de negociantes de lo paranormal), dará una charla en la Universidad de Deusto, Bilbao, sobre la ciencia y lo paranormal.

Randi fue el heredero de Houdini no sólo como uno de los mejores escapistas de las décadas de los 1950, 60 y 70, sino como impugnador de personajes fraudulentos que utilizan trucos de magia de escenario afirmando que poseen superpoderes (o poderes paranormales, o como les quieran llamar esta semana). Gracias a su trabajo crítico, se hizo evidente que la buena fe de muchos científicos era fácilmente objeto del abuso de quienes se dejaban "estudiar" por ellos, como Uri Geller, Ted Serios y otros. Es por su labor que los charlatanes que aseguran tener superpoderes no permiten que los estudien científicos independientes, que ya no son engañados tan fácilmente como hace 30 o 40 años.

Si no puede estar presente, podrá ver la charla en streaming en directo en la página web del Círculo Escéptico.

mayo 11, 2012

Las terribles sustancias químicas

Usted seguramente lo ha leído en muchos lugares: las sustancias químicas, los compuestos químicos o, más coloquialmente (y calcando al inglés) "los químicos" son los causantes de todos los males.

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Las sustancias químicas contaminan, nos dicen, las sustancias químicas nos hacen enfermar, las sustancias químicas son peligrosas y deberían ser prohibidas, las sustancias químicas son artificiales y contrarias a todo lo natural, lo puro, lo holístico y lo sano para el cuerpo, el espíritu y la supervivencia humana. Las sustancias químicas son preocupación incesante de supuestos ecologistas, terapeutas "alternativos" y grupos preocupados por las conspiraciones con las cuales nos controlan "ellos".

De hecho "libre de químicos" o "libre de sustancias químicas" es una frase publicitaria de gran impacto que justifica que le cobren a usted más, a veces mucho más, por los productos que consume. Como otros reclamos publicitarios ("natural", "orgánico", "ecológico", "tradicional") forma parte de la enorme industria del consumo alternativo.

Y sin embargo, siento mucho ser yo quien se lo diga, es imposible huir de las sustancias químicas.

Porque, verá usted, todo el universo está hecho de sustancias químicas. Sustancias que vienen en dos formas básicas: los elementos químicos (que se ordenan según la tabla periódica) y los compuestos químicos, que son el resultado de la unión de dos o más elementos. Por ejemplo, el oxígeno es un elemento químico, al igual que el hidrógeno. Y cuando se combinan dan como resultado un compuesto químico cuyas moléculas están formadas por dos átomos de hidrógeno y uno de oxígeno. H2O. Agua.

Usted también. Usted está hecho de las terribles (dicen) sustancias químicas. Básicamente, todos los seres vivos están hechos de compuestos formados a partir de los elementos denotados por los símbolos químicos de la tabla periódica de los elementos CHONSP: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y fósforo. (Chonsp es un bonito y eficaz truco mnemotécnico que se me quedó fijo en la mente desde biología de 5º de bachillerato, por cierto.) Por ejemplo, los azúcares se hacen con carbono, hidrógeno y oxígeno. El azúcar común y corriente llamada glucosa es un compuesto cuya fórmula es C6H12O6, lo que significa que sus moléculas están formadas por seis átomos de carbono, 12 de hidrógeno y 6 de oxígeno.

Y así todo.

La clorofila, los diamantes, los empastes dentales, el tofu, la pantalla de su teléfono o de su ordenador/computadora/computador, sus uñas, Marte, los helicópteros, las pastillas de menta, el papel, las monedas, las orquídeas, absolutamente toda la materia de nuestro universo está hecha de "sustancias químicas". Quien le venda algo "libre de sustancias químicas" le está vendiendo, en todo caso, espacio vacío.

Es decir, le está mintiendo.

La irresponsabilidad comercial y el miedo producto de la ignorancia han hecho que ciertos sectores de gente que ciertamente no son los cuchillos más afilados del cajón crean, digan y divulguen que las sustancias químicas como tales son malas, peligrosas o dañinas, generando así una fácil coartada de mercado para provocar temor, difundir la supuesta existencia de un problema y ofrecer al mismo tiempo la solución a ese problema.

En muchos casos, simplemente se añaden a "sustancias químicas" los adjetivos "artificiales" o "sintéticas", de modo que la propaganda las oponga a las sustancias "naturales".

Sin embargo, la frontera entre lo natural y lo artificial tampoco está claramente diferenciada.

Ciertamente, no todo lo "natural" es bueno: todas las bacterias y virus que nos enferman son "naturales", como lo son las sustancias venenosas que producen e inoculan plantas, hongos, insectos, reptiles y otros animales, incluidos un mamífero, el ornitorrinco, y un bonito pájaro, el pitohui encapuchado. Y, también ciertamente, no todo lo "artificial" o "sintético" es malo o dañino.

Así que, como en tantos otros asuntos que ciertos sectores pretenden simplificar al máximo (manteniendo de paso la desinformación del público en general), la situación es más compleja de lo que le dicen. Si toda la materia del universo está formada por sustancias químicas, lo que debemos buscar es cuáles sustancias son dañinas (y en qué cantidades, todo puede ser venenoso en exceso, incluso el agua), cómo se comportan y cómo podemos aprovechar las benéficas y evitar las malas.

El miedo no es la mejor forma de enfrentar problemas complejos. Y sin embargo es lo que suelen promover quienes venden salud, bienestar, naturaleza y ecología.

En varias ocasiones, esta credulidad producto del miedo ha sido ejemplificada con un embuste muy revelador.

Por ejemplo, una joven con aspecto de adepta a lo holístico y natural se aproxima a un grupo de personas y les pide que firmen una petición para que se prohíba una peligrosa sustancia química, el monóxido de dihidrógeno de la cual afirma, entre otros, los siguientes hechos (todos demostrables):
  • Es el principal componente de la lluvia ácida
  • Su inhalación le provoca la muerte a miles de personas cada año
  • Provoca la erosión de los parajes naturales
  • Acelera la corrosión de los metales
  • Se encuentra en nuestra comida pero no suele indicarse en la etiqueta
  • Se encuentra en todos los tumores extraídos a pacientes de cáncer
  • Se utiliza ampliamente en plantas de energía nuclear
  • Es utilizado en la agricultura no orgánica y no ecológica
  • Las empresas lo arrojan impunemente a ríos, lagos y mares
Por supuesto, la gente tiende a firmar, convencida de que se ha descubierto otra sustancia letal producida por los malvados científicos y cuyos horrores son ocultados por los gobiernos y las empresas.

Todo es cierto. El monóxido de dihidrógeno existe. Está formado por una molécula de oxígeno y dos de hidrógeno. H2O. Agua.

En 1997, un estudiante de secundaria de Idaho, Nathan Zohner, consiguió que de un total de cincuenta alumnos de noveno grado (unos 15 años) 43 firmaran a favor de la prohibición de producir, distribuir o utilizar el monóxido de dihidrógeno (sólo uno se dio cuenta de que la sustancia en cuestión era el agua).

Diez años después, una parlamentaria neozelandesa se tomó en serio una carta de una votante preguntando si había planes de prohibir el monóxido de dihidrógeno.

Actualmente, sigue existiendo en inglés un sitio que detalla todos los peligros, horrores y motivos de preocupación por nuestra salud que debería provocarnos el malvado monóxido de dihidrógeno. Incluido el resbalar en la ducha.

Y esto va más allá de una broma. Por ejemplo, varios sitios web y cadenas de correos electrónicos afirman que el sodio lauril sulfato (SLS), un agente detergente común de usos múltiples (incluye lavavajillas y pastas dentales), puede ocasionar cáncer. Y sustentan esta afirmación señalando que esta "potente" sustancia se utiliza también para limpiar suelos de talleres y fábricas. Lo cual es cierto. Y el monóxido de dihidrógeno también. (La American Cancer Society ha indicado repetidamente que no hay ninguna evidencia que sustente esta campaña de pánico.) Y como éste ha habido campañas de pánico respecto de muy diversas sustancias, como las dioxinas y, más recientemente, los parabenos. Y habrá más.

Así que hágase un favor y no se sume al pánico de "los químicos" o "las sustancias químicas". Pregúntese mejor cuáles sustancias son realmente dañinas, cuáles son las bases científicas que sustentan la idea de que son dañinas y cómo protegerse de ellas. Pero no le haga caso a cualquiera que, sin ninguna evidencia, sin ningún conocimiento y sin ninguna responsabilidad, aunque lo diga de buena fe, pretende asustarle con la plétora de sustancias químicas que hay en sus alimentos, cosméticos, productos de limpieza, ropa, etc.

Pregúntele si sabe que está respirando un montón de sustancias químicas (el aire, compuesto entre otras sustancias de nitrógeno, oxígeno, argón, bióxido de carbono, neón, helio, dióxido de azufre, vapor de agua y metano).

Pregúntele si prohibiría el monóxido de dihidrógeno.

Y recuerde que es preferible informarse a aterrorizarse.

mayo 03, 2012

#Sinciencia no hay nada humano

Mi aportación a la campaña #sinciencia lanzada por el blog colectivo de ciencia Amazings al que tengo el enorme gusto de pertenecer.


Nota: Como ya comentamos en la entrada Muere la ciencia, florece la pseudociencia, una de las formas empleadas por el aún nuevo gobierno de derecha español para reducir el déficit gubernamental ha sido el  cercenar de tajo la inversión en ciencia y tecnología, dejando en la estacada a cada vez más jóvenes científicos con el doctorado a medias, sin becas y sin institutos de investigación que se van convirtiendo en pueblos fantasmas.

¿Se debe recortar en ciencia? No. Ni en sanidad, ni educación. Son los pilares de una sociedad que aspira a mantenerse dentro de la modernidad, resolver problemas y superar una crisis esencialmente creada fuera de ella. Puede recortarse, sí, en las voluminosas e injustificadas aportaciones con las que se sostiene, por ejemplo, a la Iglesia Católica, miles y miles de millones de euros. Puede recortarse en defensa y compra de material bélico. Puede disminuirse el gasto suntuario de los gobernantes (gesto más bien simbólico en términos de cantidades, pero importante en cuanto a identificación con los ciudadanos). Pueden retirarse algunos subsidios fiscales incomprensibles. Pueden cobrarse deudas gigantescas que algunos grupos tienen con el fisco y la Seguridad Social. Es mucho lo que se puede hacer si uno quiere para reducir un déficit sin por ello sacrificar el futuro.

Pero no se quiere.

Se ha optado por derruir el edificio de la sanidad pública para implantar un sistema más cercano al estadounidense: si no tiene para pagar, haga favor de morir sin mucho escándalo, have a nice day, y se ha optado por trasladar la educación pública a las iglesias y sus empresas muy de este mundo, dos opciones estrechamente relacionadas con la ideología "liberal" del grupo gobernante.

Pero también se ha optado por liquidar la investigación científica propia, y eso parece más debido a que los señoritingos, condesas, duquesas y otros dueños de múltiples cuanto jugosos sueldos no tienen muy claro qué es eso, ni para qué sirve, ni con qué se come, ni cómo se vende. Y eso es lo más trágico de todo: el criterio utilitarista e inmediatista de comerciante de pescado que parece dominar a la derecha española está destruyendo grandes proyectos no sólo para este país, sino que son parte integral de todo el esfuerzo humano por el conocimiento.