octubre 19, 2012

Enfermo, pero muy satisfecho...

A falta de estudios contrastados y replicados que demuestren fehacientemente que sus prácticas tienen algún poder curativo, los vendedores de brujería glorificada hacen estudios (o, más bien, encuestas) en los que buscan gente que utilice habitualmente sus prácticas y les preguntan si están satisfechos con ella.

Parece medicina... pero no lo es.
(Foto D.P. de Wikidudeman, vía Wikimedia Commons)
Luego publicitan ardorosamente los estudios diciendo muy orondos que "ocho de cada diez (82% publican) consumidores de medicamentos homeopáticos se muestran satisfechos o muy satisfechos con los resultados obtenidos y el 87% recomendaría homeopatía a sus familiares y amigos" (I Estudio sobre conocimiento y uso de la homeopatía en España realizado por los Laboratorios Boiron, la más grande multinacional homeopática del mundo).

Piénselo un poco: si alguien es usuario o consumidor habitual de un producto (pantalones vaqueros, hamburguesas de canguro, teléfonos inteligentes, heroína en vena, servicios de dominación y humillación BDSM o ensaladas de aguacate) es obvio que está satisfecho con ese producto.

De otro modo no lo compraría o usaría, ¿no le parece?

Las encuestas de satisfacción pueden ser útiles para valorar un producto si los encuestados no tienen experiencia previa y se ven expuestos al producto por primera vez en el estudio.

Si usted quiere lanzar al mercado un yogur con sabor a hígado encebollado, le da a probar el producto a varias personas del grupo al que lo ha dirigido y les pregunta qué les parece. Si tiene buena aceptación, sabe que el producto gusta y quizá lo compren. Si los encuestados lo rechazan, quizá no llegue a los estantes de nuestros supermercados.

Pero si usted ya tiene un yogur con sabor a hígado encebollado que un grupo de consumidores adquiere y come con frecuencia, ir a preguntarles si les gusta el yogur con sabor a hígado encebollado es hacerse tonto solo.

Y tratar de hacer tontos a los demás.

La satisfacción de 9 sobre 10 con la acupuntura o el "alto grado de satisfacción de los pacientes" con la quiropráctica no significan que tales prácticas sean eficaces, que sirvan para lo que se anuncian, que es prevenir, tratar y curar diversas enfermedades.

Por ejemplo, que los antibióticos combaten las infecciones no está en duda. Ni un poco. Ni que los antipsicóticos eliminan las alucinaciones de la mayoría de los esquizofrénicos en unos pocos días. Ni que la insulina trata la diabetes y ofrece a quienes la padecen una vida más larga y de mayor calidad. Ni que la cirugía, la radioterapia y la quimioterapia curan cada vez más eficazmente el cáncer. Ni que las angiotensinas controlan eficazmente la hipertensión arterial alargando vidas. Ni que las estatinas reducen el colesterol LDL en sangre con el mismo resultado.

Y así un largo etcétera.

Un diabético puede no estar satisfecho con la insulina, puede querer una forma de administración que no implique clavarse una aguja constantemente, puede desear que la sustancia no sólo detuviera el avance de la enfermedad, sino que la eliminara por completo. Su insatisfacción no significa que la insulina no sirva para controlar la diabetes, pues.

Las encuestas de satisfacción de estas prácticas presuntamente médicas no son sino trucos propagandísticos que pretenden convencerle de abandonar la racionalidad y entregarse a una visión supersticiosa de la enfermedad y de su tratamiento.

El argumento es también conocido como falacia de "apelación al número". Su ejemplo clásico es: "millones de moscas no pueden estar equivocadas: coma mierda".

Que es lo que están vendiéndole.

Porque lo que no pueden demostrarle es que tendrá resultados reales y positivos sobre su hipertensión, su infección, su esquizofrenia, su colesterol, su diabetes o los miles de afecciones más que pueden fastidiarle la vida y de las que estos personajes no saben absolutamente nada.

De alguna manera están reconociendo que sus productos no mejoran la salud, sólo provocan, en algunas personas, una sensación de satisfacción.

Bastante poco cuando lo que alguien necesita es atención médica eficaz.

octubre 12, 2012

Premio Sisyphus: ¡Queremos pasar a la historia!

Así, directamente. Los "escépticos" europeos en general y, en particular, un grupo al que pertenezco, el tal Círculo escéptico en España, queremos dejar huella en la historia, queremos que nuestros nombres se escriban en letras de tamaño considerable en los libros del futuro porsiemprejamás así como los de Fleming, Neil Armstrong y Louis Armstrong, y que nos miren por las calles con respeto y cierto azoro por haber conseguido lo que NADIE ha logrado en los más o menos diez mil años transcurridos desde que decidimos inventar la civilización.

Porque alguien tiene que hacerlo.

Eso de ser famosos por un logro tan singular no es fácil, de modo que necesitamos la ayuda de alguna persona capaz de demostrar que tiene capacidades singulares, que es "paranormal", que tiene "percepción extrasensorial", que es "videntes o médiums", que es "brujo" o "bruja", "adivino", "profeta", "augur", "arúspice", "hechicero", "zahorí", viajero temporal, interlocutor de extraterrestres, levitador en sus ratos libres o dueño de otro superpoder, como curar a la gente dando saltitos o acercándoles las manos, ver el futuro, hablar con los muertos y todas esas cosas que no tienen más relación entre sí que todas salen en los programas de Íker Jiménez y que de ellas viven, fabulosamente bien, una élite de embusteros y estafadores clase "A, y, en condiciones más precarias, una reducida tropa de marginados de la sociedad que hacen revistitas, programitas de radio, congresitos de chifladitos y se creen investigadores importantes porque hacen senderismo nocturno buscando fantasmas.

Esas cosas que, dicen, son "del mundo del misterio".

Necesitamos a una sola persona, una sola persona que tenga estos poderes y que lo pueda demostrar fehacientemente.

Esa persona nos lanzará al estrellato (y ella también pasará a la historia y todo eso, claro, es tan obvio que no hacía falta decirlo) y además recibirá una desprendida propina de UN MILLÓN DE EUROS por su labor al conseguirnos el pasaporte a la posteridad y la fama imperecedera.

¿Se imaginan ustedes?

Los libros dirán: "nunca se había probado la telepatía, todos los estudios eran más deficientes que un yate sin casco, y de pronto, entre 2012 y 2013, los promotores del pensamiento escéptico Pico Perico, Tuco Tucán y Galio Gallo consiguieron asombrarnos encontrando en un pueblo perdido de Extremadura al primer telépata real, Cocohueco Salmóniguez, quien en diversos estudios pudo demostrar que la telepatía existe. Gracias a ellos y a su millón de euros, otros científicos por fin pudieron estudiar a un telépata genuino, determinar cómo consigue ese prodigio que parece violar las leyes de la física, y gracias a ellos, desde 2015 todos somos telépatas, para desgracia de las empresas de telefonía móvil, que quebraron todas en 2016".

Apetitoso futuro en el cual nuestros nombres, claro, sustituirán a los ficticios apelativos de Pico Perico, Tuco Tucán y Galio Gallo.

Para darle más relevancia e interés al asunto, le hemos puesto un nombre de lo más mono, de origen griego pero no en español, así para que sea más misterioso:

Sisyphus

O, para abreviar, "El reto del millón".


El millón en cuestión existe. Vamos, que no es como todo eso de lo que hablan los rarólogos. Se encuentra debidamente depositado y certificado ante notario en Bruselas, Bélgica, de donde nace la iniciativa por cuenta de los escépticos belgas SKEPP y con el apoyo del Consejo Europeo de Organizaciones Escépticas (ECSO por sus siglas en inglés). Está allí, esperándole.

Por ejemplo, la pobre trabajadora Ann Germain (a quien otra vez la desenmascararon y otra vez dará igual), tiene que hacer 100 espectáculos de su gira de engaño de inocentes y abuso del dolor humano para reunir un millón de euros. Esto si, como dice su extrabajador cobra 10.000 euros por cada show. Pero además tiene que pagar a los que la ayudan obteniendo los datos que luego presenta como si se los hubiera contado la tía Trementina, muerta de lumbago en 1876. 100 espectáculos así son muchos, mientras que con sólo dos pequeñas pruebas en condiciones adecuadas para que el resultado sea fehaciente, doña Ann podría juntar otro millón que vaya a vivir acompañado de los varios millones más que le ha extraído a sus clientes.

Ya ni le digo cuánto mejoraría esto la producción televisual de Sandro Rey, ni la cantidad de pulseras Power Balance que se podría comprar Íker Jiménez con esa plata.

Creemos que el reto es trivial para los muchachos del grupo Hepta, para los psicofónicos sinfónicos de Pedrito, para grandes de la grafología como Clara Tahoces, para maestros reiki y acupunturistas sin fronteras, para Octavio Aceves y Miguel Blanco, para Sandro Rey y para  y hasta para Lior Suchard, el nuevo Uri Geller (con los trucos viejos de Uri Geller).

Y el millón de euros de los escépticos europeos sería además la puerta de entrada del millón de dólares que desde hace años ofrece la James Randi Educational Foundation sin que nadie se haya acercado a la posibilidad de hincarles el diente.

Un sueldito, pues.

Puede encontrar todas las bases del Reto del millón en la página web del Círculo escéptico, o si se siente más cómodo consultándolas en flamenco, vaya a la página de SKEPP. Las hay en versión checa, alemana, estonia, húngara, italiana, polaca, sueca, holandesa y británica, lo que da una idea del esfuerzo que estamos realizando por hacernos famosos.

Sólo faltas tú, con tus poderes, con tu sensibilidad especial, con tu capacidad de hacer magia. Un millón de euros están esperándote... y a nosotros la broncínea inmortalidad del descubridor... o no.

octubre 08, 2012

¡Ellos fueron!

Se acaba de lanzar en Amazon, en formato Kindle, el libro electrónico ¡Ellos fueron!, formado por 50 biografías de científicos que se han publicado desde 2006 en la página de ciencia del suplemento "Territorios de la cultura" del diario El Correo, que escribo semanalmente desde 2006.

El libro está disponible en las tiendas de Amazon de España, Estados Unidos, Reino Unido, Francia e Italia,

El libro se dedica en parte a algunos de los más conocidos científicos y algunos detalles poco conocidos de sus vidas, pero también a gente como:

Un pirata cuya obra científica acompañó a Darwin en su viaje en el Beagle...

Una mujer sin cuyo trabajo habría sido imposible descubrir la forma del ADN...

Un mundialmente famoso guitarrista de rock que es doctor en astrofísica...

Un médico húngaro al que muy probablemente usted le debe la vida...

Un paleontólogo que quiso ser rey de Albania...

Un genio de la física que resolvía ecuaciones en clubes de striptease...

Un físico que regaló los derechos del invento que lo habría hecho multimillonario...

Y otros 43 personajes peculiares que han participado en la investigación del universo y que han encontrado respuestas que dan forma a nuestra vida cotidiana, nuestro conocimiento, nuestro bienestar, nuestra salud y nuestro futuro.

William Dampier, Ignaz Semmelweis, Francis Bacon, Ambroise Paré, Richard Dawkins, Charles Darwin, María Sklodowska Curie, Leonardo Da Vinci, Isaac Newton, Alan Turing, Nicolás Copérnico, Srinivasa Ramanujan, Zahi Hawass, Konrad Lorenz, Giordano Bruno, Louis Pasteur, Stephen Hawking, Benjamin Franklin, Alexander Fleming, Vilayanur S. Ramachandran, Oliver Sacks, Gregor Mendel, Charles Babbage, Brian May, Bob Bakker, James Maxwell, Santiago Ramón y Cajal, Nicola Tesla, Rosalind Russell, Tim Berners-Lee, Philo T. Farnsworth, Miguel Servet, Ferenc Nopcsa, Harvey Cushing, Alberto Santos Dumont, Mateo Orfila, Niels Bohr, Bertrand Russell, Christiaan Barnard, Carl Sagan, Richard Feynman, Andreas Vesalio, Patrick Manson, Alfred Russell Wallace, John Snow, Wernher von Braun, Alexander Von Humboldt, Claude Bernard, Thomas Henry Huxley y Peter Higgs

octubre 03, 2012

Porque a todos nos importa la ciencia

La divulgación de la ciencia y del pensamiento crítico se vuelve especialmente urgente cuando las crisis económicas impulsan el pensamiento irracional, que suele venir de la mano del miedo y la incertidumbre, y cuando los gobiernos aprovechan las malas condiciones económicas para reducir la inversión en ciencia condenando a sus sociedades a la dependencia científico-tecnológica.

Es por ello de aplaudirse enérgicamente un esfuerzo como el del blog colectivo Naukas (antes Amazings), donde tengo el honor de ser colaborador desde sus inicios, debidos al entusiasmo de cuatro personas decididas a cambiar el panorama de la divulgación: Miguel Artime, José Cuesta, Antonio Martínez Ron y Javier Peláez.

Foto de grupo de los participantes en Naukas (salvo el fotógrafo, claro, Wicho, de Microsiervos)

Este año, el 28 y 29 de septiembre, y gracias al apoyo de otro entusiasta, Juan Ignacio Pérez Iglesias, titular de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU,  Naukas tuvo su segunda reunión, congreso, convención o como se le pueda llamar, con la participación de muchos de sus colaboradores dando charlas sobre sus temas. Todas valen la pena, ya sea que usted quiera saber más de física de partículas, del universo, del LHC, de los procesos del envejecimiento y la lucha contra ellos, de la vacuna española contra el SIDA, de matemáticas, de viajes a Marte o inseguridad wifi, de ecosistemas asombrosos en España o de planetas en otros sistemas solares, de virus informáticos o de astronomía y arte paleolítico, de inteligencia artificial o de cómo vemos las cosas, de robótica y de la percepción de la música, de fuentes de energía o de cómo buscamos vida en otros planetas, del márketing engañoso de los alimentos funcionales o de la cosmética, de ecosistemas y de atropellos a la ciencia desde la legislación... todo eso y mucho, mucho más en cápsulas de 10 minutos (con un par de excepciones, un show de una hora sobre el protón y media hora sobre cómo construir una máquina del tiempo).

Son cápsulas para ver, para disfrutar pero, sobre todo, para compartir con otras personas. Difúndalas, coméntelas, úselas para informar, para provocar debates o reflexiones, para divertirse y asombrarse. Son el producto del trabajo de muchísimas personas de gran talento y pasión por divulgar, científicos o no, y que van a estas reuniones además, como detalle, sin cobrar por su presencia y participación.

Aprópieselas, pues.

Mi charla, por cierto, llevó el título "¿Y a mí qué me importa la ciencia?"

octubre 02, 2012

2 de octubre





No se olvida.
(Foto CC de ProtoplasmaKid, via Wikimedia Commons)